Con el uso debido de nuestro libre albedrío, tenemos la capacidad de crear y recrearnos nosotros mismos, es decir podemos precipitar de la nada. Es ese el poder de nuestra divinidad, que es la esencia innata desde nuestra creación, o sea diariamente estamos creando nuestra propia realidad. Quiero mencionarles que cuando venimos al mundo físico, estuvimos dispuestos de vivir en la dualidad, acordamos que en ciertas ocasiones y vidas escogimos a venir a experimentar como es ser femenino o masculino, ser pobre o rico, bueno o malo, héroe o villano, etc. En contadas oportunidades, nuestra inclinación fue puramente material, ya sea como hacendados, agricultores, obreros, donde se tuvo que luchar para obtener dinero para la subsistencia; otras veces escogimos de experimentar con el poder de la fama, el placer y riqueza, del abuso del poder mediante la política o militar, donde muchas oportunidades fuimos autoritarias y despóticas. Y en otras, nos inclinamos a ejercer la vocación espiritual ya que muy internamente nos hacía recordar nuestro origen divino.
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