Nuestra vida es como un río
Podemos dejar que las circunstancias de nuestras vidas nos endurezcan, para que nos convirtamos en seres cada vez más resentidos, con miedo y temor; o podemos dejar que estas nos ablanden y nos haga más amables. Siempre tenemos la opción.
El Dalai Lama.
Mi amigo, nuestro cuerpo está compuesto de un 75% de agua, ¿No tiene sentido vivir de acuerdo con ella?
Como Lao Tzu escribió hace 2,500 años: “El agua es fluida, suave y resistente. Pero el agua desgastará una roca, que es rígida e inflexible. Como regla general, todo lo que es fluido, suave y flexible; va a superar a todo lo que sea rígido y duro. Esta es una paradoja: lo que es suave, es fuerte”.
Nuestra vida es como un rio.
Hemos establecido una visión hacia donde queremos ir, constantemente nos estamos moviendo hacia esa determinada dirección; pero también podemos entregar el curso de la corriente a Dios.
Tenemos momentos de tranquila reflexión en el sombrío rio, que nos prepara para participar de los cañones escarpados y caídas de corriente tempestuosas que van corriendo hacia adelante. Nos adaptamos a los obstáculos, las caídas escarpadas y las cascadas que se encuentran en el camino. Y nosotros como Portadores de Luz, a veces somos llamados a forjar nuevos riachuelos y tallar lentamente cualquier imperfección, hasta que todo esté dinámicamente corriendo como debería ser; dentro de nosotros mismos y en el mundo exterior.
Dejemos que la corriente de la vida nos transporte, confiando en que nos está guiando exactamente a donde tenemos que ir.
Al alinearnos con este orden natural de las cosas, nos liberamos de todo lo que es impermanente e ilusorio; nos abrimos hacia nuevas posibilidades, logrando diariamente la unión con nuestro Santo Ser Crístico – o sea encontrar un estado de conciencia a través de la cual todo es posible.
Demos la bienvenida a las Ondinas y a las rugientes risas del agua suave, para que nuestra vida sea plena y más placentera.